Hoy es 9 de Noviembre. Un día cualquiera en Saturno. Debería presentarme…
Soy Jack Abott, alguien normal y corriente del año 2980. Yo iba montado en mi aerodeslizador magnético (la gravedad de Saturno hace imposible usar coches, las ruedas se pincharían), camino de mi trabajo. Hoy era el gran día, una preciosa nave diseñada por mí iba a explorar el Sistema Solar, como lo llaman los terrícolas. La nave, aunque esté feo que lo diga yo, era espectacular. Por fuera parecía un inmenso disco negro, lleno de la más avanzada tecnología de mi planeta, aunque nadie lo vería, pues incorporaba también los más avanzados sistemas de camuflaje y antirradar. La nave tenía una pequeña cabina de mando, pero iba a ser controlada desde Saturno, nadie iba a ir en su interior. Per mi cara de felicidad se fue al traste cuando lo vi. Un aerodeslizador totalmente negro, con un signo escrito, el signo de la más peligrosa mafia de mi planeta, los “Frilium”. Chocaron contra la pared del laboratorio con tal violencia que la atravesaron, sin parar de disparar sus láseres de mano. Entonces, en un acto reflejo, me lancé al interior de la cabina, pero calculé mal la distancia y me golpeé con el seguro de Despegue. Perdí el conocimiento...
Cuando desperté, encontré relativamente fácil moverme. Era como si alguien hubiera activado el simulador de antigravedad… Entonces, se me ocurrió la idea de haber despegado. Qué absurdo. Activé el visor frontal con un rápido movimiento de tentáculo. Veía cómo me acercaba a Saturno, la película que habíamos preparado para presentar la nave. Pero… eso no era Saturno. No se trataba de una película, la enorme nave se dirigía sin control a aquella enorme canica azul. Pasé a control manual y fijé mis tres ojos en los visores de trayectoria. No podía dar media vuelta. Tendría que aterrizar en aquella extraña esfera azulada. Todo fue bien hasta atravesar la atmósfera. En el preciso momento en que me dí cuenta de que el camuflaje estaba desactivado, dos extrañas naves de cuatro alas con horribles seres de dos ojos y mucho pelo en su interior que me miraban asustados. Antes de que me diera cuenta la nave paró en seco. Todos los objetos sueltos de su interior, incluido yo, nos precipitamos al vacío atravesando el cristal frontal de la nave mientras veía que los seres de dos ojos solo se preocupaban de mantener en el aire la nave con unos extraños rayos.
Pude activar mi paracaídas sónico pronto y salí ileso de la caída, cosa que no se puede decir del resto de cosas que cayeron conmigo. Cuando alcé la vista vi un mar de esos horribles seres de dos ojos. Fue entonces cuando me dí cuenta de que mi paracaídas me ocultaba de su vista. Procuré no acercarme a ellos y más cuando vi lo que llamó mi atención: Un enorme cohete rojo.
Activé mi mochila propulsora, deseoso de salir de allí cuanto antes, en dirección al cohete. Entonces muchos de esos seres me miraron y señalaron mientras ascendía para llegar a la cabina. Entonces, dos de ellos dispararon a mi mochila propulsora, que perdió el control y me envió directo al cohete a tal velocidad que no pude más que cerrar los ojos esperando el golpe…
Cuando los abro, estoy en Saturno, de vuelta en mi laboratorio. Tal vez todo ha sido sólo un horrible sueño. Pero entonces, ¿Cómo aprendí tu idioma?
Daniel Barea Pozo 2º ESO
una historia fantástica, quedo esperando la "siguiente entrega" ... al mas puro estido Bradbury!!!
ResponderEliminarMe ha parecido sobre todo un relato muy bien hilado desde el inicio al fin para un chico de 2º, con una tensión bien medida y constante.
ResponderEliminarSe nota que ha tenido que leer bastante ciencia ficción.
Anímate cuentanos algo más de Jack Abott!!